El pasado viernes 15 de marzo tuvimos la oportunidad de
vivir la vigilia de oración organizada desde la comisión del V Gesto Diocesano
Solidario (contra la crisis). Fue un espacio de oración y concienciación compartido
por un gran número de gente que llenó la iglesia de San Miguel.
Desde la oscuridad que nos permitió ver la realidad, hasta
la claridad de la decisión por actuar, y pasando por juzgar la realidad desde
la luz del Evangelio, cada momento estuvo cargado de significado con el
objetivo de mover los corazones hacia un nuevo mundo en el que nadie sufra la
injusticia.
Ver
“Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras”
Palabras que resuenan aún en nuestros oídos como una
llamada a la auténtica caridad. Así dábamos comienzo a una hora en la que
íbamos a reflexionar sobre la crisis que estamos viviendo, sobre nuestro papel
en ella y sobre el camino que en esta Cuaresma estamos recorriendo.
Una presentación nos hacía ver las causas y consecuencias
de esta crisis que a tantos y tanto está afectando. Siete jóvenes nos leyeron
los testimonios de siete personas cuya vida ha cambiado por la crisis.
Distintas realidades, diversas situaciones, pero con la misma raíz: la persona
no es el centro de la sociedad sino el dinero, y así tarde o temprano los más
desvalidos acaban pagando las consecuencias.
Juzgar
“¿Y quién es mi prójimo?”
Pregunta recogida en el evangelio de Lucas que recibe como
respuesta por parte de Jesús la parábola del samaritano. Desde la primera vez
que se escuchó, esta historia es un grito a la humanidad exhortándola a
abandonar lo propio para buscar el bien del hermano. Prójimo es, según este
fragmento, “el que usó de misericordia con él”. Seamos nosotros prójimos de los
necesitados.
En un tiempo de interiorización fuimos oyendo ecos de lo
que Jesús nos había dicho con la parábola que habíamos escuchado:
“Lo principal de la caridad es el amor a los pobres y la misericordia y
compasión con los semejantes” (San Gregorio)
“Cumple la justicia y tendrás paz, a fin de que se besen la justicia y la
paz. Si no amas la justicia, no tendrás paz, pues ambas se aman y abrazan, son
amigas. Porque todos quieren la paz, pero pocos aman la justicia”
(San Agustín)
“Para todos ha sido creado el mundo que unos pocos ricos os esforzáis en
defender para vosotros” (San Ambrosio)
“La Iglesia lo ha vuelto a afirmar solemnemente en el último concilio: la persona
humana es y debe ser el principio, el sujeto y el fin de todas las
instituciones” (Octogesima adveniens 14)
Con estas palabras vibrando aún en nuestro interior fuimos
testigos de cómo los jóvenes que antes nos habían traído los testimonios de las
personas afectadas por la crisis acercaban ahora la cruz hasta el altar. Un
vídeo nos ponía en canción del significado de este gesto y Santi Aparicio, que
presidió la vigilia, le puso palabras:
Ver vídeo
“Conocemos
los rostros de los que sufren. Los vemos cada día y queremos ser como el
samaritano: no podemos pasar de largo pues para nosotros son el propio Cristo.
La cruz, para los cristianos, es símbolo
de sufrimiento y también de la presencia de Cristo; es muerte pero sobre todo
es vida. Dios se implica y compromete por medio de nosotros. Esta noche
reconoceremos las historias de las víctimas de la crisis y pondremos sus
nombres a los pies de la cruz. Nos hacemos cargo de su sentimiento y los
presentamos al Señor.
Somos cristianos: NO PASAMOS DE LARGO.
Reconocemos en el que sufre a Jesús y actuamos, se lo presentamos a Dios en la
cruz de la vida.”
Cada uno, haciendo revisión de las situaciones de pobreza
que ve a su alrededor, escribió los nombres de las personas que viven en esas
condiciones y que conoce en un post-it y los presentó ante el Señor. Un pequeño
símbolo que muestra el compromiso personal de actuar en el mundo para hacerlo
nuevo y justo.
Actuar
De nuevo, Santi habló a los corazones:
“Ojos
abiertos, oídos atentos para dejarnos iluminar y con las manos tendidas para
levantar. No nos quedamos en buenas intenciones: nuestro compromiso tiene que
estar y está con los necesitados.”
Como signo de dicho compromiso entonamos todos unidos una
oración escrita por Florentino Ulibarri, “En el reverso de la historia”, en la
que confirmamos nuestro deseo de buscar, encontrar, ver, descubrir, acoger y
abrazar a Dios en las familias desahuciadas, en los jóvenes sin futuro y sin
esperanza y en tantas y tantas situaciones que necesitan de su presencia.
Finalizamos la vigilia haciéndonos conscientes de que el
encuentro que buscamos ha de producirse en nuestra vida de cada día. En ella
tendremos que proclamar con nuestro testimonio de solidaridad y amor que la
cruz ha triunfado sobre la muerte y que el Reino de Dios está ya en medio de
nosotros.
Antes de terminar, recibimos una invitación: la de
participar en los actos que se realizarán el 10 de mayo a las 19’00 en el salón
de actos de la Casa
de la Iglesia. Comparten
el espíritu de la vigilia y pretenden acercarnos a la realidad de las víctimas
de la crisis, servir como signo de denuncia y proponer un compromiso concreto
relacionado con estas situaciones. Tras agradecer a todos la asistencia, al
equipo del Gesto Diocesano el trabajo realizado y al coro su maravillosa labor
acompañando la vigilia, cada uno volvió a su realidad del día a día con el
compromiso y la voluntad de hacer de este mundo un lugar de justicia, caridad y
amor.